Al final, no me decidí. Estuve a punto, pero no fui. Era el EABE de Casares, el tercero, el de 2011. Hacía poco que me había unido a las redes, llevaba desde el curso 2003-2004 en la dirección del centro y había conocido a gente como Miguel Rosa, Lola Urbano, Juanma Díaz, Luismi Iglesias, Mar Serón, María Barceló, Miguel Ángel Ariza o Fernando Trujillo, y me había animado, pero, al final…
Fue al siguiente, en el EABE de Carmona, cuando me decidí. Me había arrepentido de no haber ido al anterior (esas sevillanas de Juanma y Lola…) y estaba muy cerquita de Lebrija. No tenía perdón si me lo perdía otra vez. Y se terminó de hacer la luz por esas calles de Carmona, en ese salón mágico del hotel del encuentro. A la lista se unieron Rosa Liarte , Carmen Iglesias, Loli Álvarez, José Antonio Jiménez, Juan Sáchez Martos, Jordi Adell, Eusebio Córdoba, Rafael del Castillo, Manuel López Caparrós, José Luis Castillo y Salva Pérez (desde aquí un abrazo muy grande allá donde estés, @salpegu). Y desde entonces estoy en deuda. En deuda con el espíritu EABE que desprende horizontalidad, inteligencia colectiva y aprendizaje informal y que me ha ayudado, y mucho, a entender la necesidad de cambios educativos profundos.
Vino después el de Algeciras, un EABE fundamental para mi desarrollo profesional. Allí se fraguó flippedEABE, allí tomé la decisión de desarrollar el modelo flipped en las aulas y allí empezamos con la aventura de los REA del CEDEC con Antonio Monje. Se unieron a esa lista interminable José María Ruiz, Joaquín Martínez, Trinidad Martínez, Juan Pablo Mora. Si hubo un antes y un después de mi primer EABE, también hay un antes y un después del de Algeciras.
El de Úbeda también, cómo no, fue especial, me acompañaron dos alumnos, Dani y Antonio, a explicarle al EABE cómo funcionaba el flipped y fue una experiencia irrepetible. Se unieron a la lista Juanjo Melgarejo y Miguel Ángel Pereira. Y sucedió otra de esas cosas mágicas que sólo se pueden dar en los EABE: José Luis Redondo me comentó que por qué no organizábamos un encuentro de docentes de ciencias sociales y en octubre celebramos el primero en Lebrija. Después llegaron seis más. Recuerdo también un paseo por Úbeda comentando con Miguel Rosa lo que era el EABE para nosotros y para otros docentes que nos veían, nos ven, como una especie de secta. Me gustaría comentar también sobre este EABE de Úbeda que fue donde se manifestó claramente la diferencia entre un administración ciega y sorda ante los movimientos educativos horizontales e independientes como el EABE y un@s docentes deseosos de cambios y de avanzar por los caminos de la innovación educativa. Y algo que se consiguió, porque a partir de entonces la colaboración, sobre todo y básicamente de los CEP, fue más cercana y fluída.
Pero ahí no quedó la cosa, porque al año siguiente, en Córdoba, donde en una de esas cosas que suceden en los EABE, en una reunión informal tomándonos unas cervezas, Antonio Calvillo, Domingo y José Luis redondo terminamos de montar el curso sobre flipped classroom de la UIMP que yo iba a dirigir ese verano y en apalabrar la participación en un libro sobre flipped que estaba organizando Antonio. Fue en un rato. Fue, simplemente, mágico, maravilloso e inexplicable. Además, en este EABE de Córdoba empezó a darse un fenómeno que ha mantenido el EABE en grandes cotas de participación: la llegada cada vez mayor de gente joven que aportan savia nueva a un encuentro vivo. Coincidió también este EABE con que se había formado un grupo de amigos que nos veíamos en muchas kddas y que volviamos a coincidir casi siempre en estos encuentros: Adela Camacho, Puerto Blázquez, Pepe Fernández, Antonio Garrido, Marcos Cadenato, Maru Domenech, Manuela Ruiz,…
No pude ir al de Huelva (tampoco al Málaga de la segunda ronda) porque había adquirido unos compromisos formativos previos que fueron a coincidir con las fechas de esos EABE. Y en el de la vuelta a los inicios, en Almería de nuevo, se unió, Jesús Cardoso y se volvió a recuperar ese EABE de la calle que se había ido perdiendo un poco por el crecimiento del propio encuentro y que es uno de sus benditos problemas. El EABE son sus asistentes y participantes y es el camino de uno a otro y por eso va evolucionando de manera orgánica, como si de un ser vivo se tratara.
De Salobreña, en ese maravilloso auditorio y en ese mágico pueblo, recuerdo, sobre todo, la sensación de participación y comunión con la idea EABE, de un EABE abierto, participativo y maravilloso.
Y, finalmente, Sanlúcar, el primero en el que he participado en la organización de manera más permanente y no sólo en algunos open, esos encuentros en el camino sin los que no se entenderían los EABE, como el de Fuengirola, el de Priego, el de Puente Genil, el del Parque de las Ciencias o los de Mijas, Tomares y Granada. Este último EABE ha tenido un camino muy largo y penoso, hemos surcado por mares tenebrosos con fuertes tormentas, pero, al fin, como capitanes curtidos en mil batallas y tormentas, llegamos a puerto con experiencias educativas y de vida muy enriquecedoras y con la esperanza del reencuentro. Como bien sabemos, todo ha cambiado con la pandemia, veamos cómo afecta al EABE y que sea, por todo, una vuelta a la normalidad eabera que tanto echamos de menos.

Y termino. Pido, en primer lugar, disculpas si no he nombrado a alguien en este recorrido nostálgico por mis EABE; son tantos momentos y tanta buena gente que seguro que me dejo a alguien, pero como todas y todos sabemos, el EABE no es algo marcado por las individualidades sino por la colectividad, por el grupo, y sé que no les importará. Y, en segundo lugar, quiero volver a mostrar mi agradecimiento al EABE, a sus gentes y a sus caminos. Siempre, siempre, estaré en deuda.
Por eso, capitanes, os espero en Sanlúcar. Nos vemos pronto.
Manuel Jesús Fernández
Muy buen recorrido, Antonio. Nos vemos en Sanlúcar. Besos
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